Cuando se
contempla a un bebé durmiendo con un sueño profundo y placentero, su rostro relajado,
produce en los que le observan,
bienestar y simpatía hacia él. En algunos casos el sueño de un niño se sucede
después de muchas horas de vigilia, a causa de un malestar, lo cual también es
recibido como un descanso para aquellos que le cuidan y un beneficio biológico
para el niño/a.
El sueño no es una actividad simple que sucede por cansancio de unas
neuronas, el sueño es una actividad fisiológica y psicológica, aunque la
actividad neuronal siga trabajando. Está ligado
al desarrollo motriz y del lenguaje, así como al desarrollo
psicoafectivo de la infancia. Cuando se observan algunos
trastornos en el sueño de los pequeños, es importante acudir a un/a experta
porque estos síntomas pueden estar dando alguna información sobre algún tipo de
alteración en el desarrollo de éstos.
Para profundizar sobre este tema hemos tenido a D. Jaime Rodríguez
Sacristán, catedrático en psiquiatría infantil por la Universidad de
Sevilla, donde ha desarrollado su carrera investigadora.
Sus investigaciones sobre psiquiatría y psicología
infantil y sobre patologías mentales,
han generado multitud de artículos en revistas y libros especializados. Esta tarde nuestro programa ha tratado sobre el sueño infantil y hemos aprovechado su presencia para que nos explique las características de esta necesidad biológica y nos ayude a distinguir algunas de sus anomalías y poder descubrir alguna posible enfermedad si la hubiera, para que produzca los enormes beneficios que conlleva
Entre las ideas que nos ha aportado podemos recoger las siguientes:
J. Rodríguez: "Escuchamos con frecuencia que el sueño es tan necesario como el comer pero quizás habría que decir, el sueño es más necesario que el comer.
Las alteraciones del sueño son tan frecuentes en la infancia que es obligado que los que rodean al niño pequeño conozcan la fragilidad de esta actividad. El dormir de los bebés es necesario para descansar de todo lo que el mundo le ofrece en el estado de vigilia.
En los primeros meses el niño duerme alrededor de 16 horas al día y va a ir reduciéndose poco a poco, hasta que van equilibrando los periodos de vigilia y sueño hasta los 6 o 7 años en los que estos periodos se asemejan al de un adulto.
El desarrollo emocional, motriz o del lenguaje del bebé tiene mucho que ver en su sueño. El equilibrio entre las relaciones con su entorno, y los aprendizajes que realizan producen un estado emocional que facilita el sueño.
El mantener una rutina para dormir es conveniente, pero hay que tener en cuenta las diferencias individuales de cada uno, que puede tener su propio ritmo".
Buen conocedor de la psicología familiar e infantil, nos ha dado una amplia visión sobre el momento del sueño en los niños y todas las rutinas que se hacen, aconsejando la paciencia en los padres, la comprensión y la aceptación de la individualidad de cada uno.
Esperamos una nueva participación de nuestro Psiquiatra infantil, con cualquiera de los temas que el domina por su larga carrera profesional.
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