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El Informe Pisa


            Hace unos días las noticias se hicieron eco de la publicación del Informe Pisa del año 2018 en donde se refleja el nivel de conocimientos del alumnado de 15 años de los países de la OCDE. Estos informes no es que sean muy conocidos por el ciudadano en general si no es porque se les dota de unos matices que mas que educativos son políticos. Cuando la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico inicia estos Informes ya tiene un sesgo económico porque deduce que una buena formación dará una ciudadanía más capacitada para el desarrollo de los países. 
            Sin embargo, las evaluaciones no deben de utilizarse para clasificar o comparar sino que deben de servir para reflexionar sobre ellas y mejorar la práctica docente de forma que el alumnado progrese y supere las dificultades que haya tenido.
            En el caso de estos informes multinacionales, las valoraciones deberían de ir dirigidas a los países para que, después del análisis, se busquen las posibles causas o circunstancias que están detrás de los resultados y aplicar las medidas necesarias si hicieran falta.
             Pero se han convertido en un listado de puntuaciones comparativas que se utilizan de forma competitiva entre los países o las regiones de un mismo país.
¿Es que en algunas regiones o países los estudiantes son más listos que en otros? ¿Es que el profesorado trabaja menos porque tiene muchas vacaciones? Las personas que no analizan qué son los Informes Pisa se debaten en una serie de preguntas que vamos a intentar clarificar en la medida en la que nuestros invitados vayan colaborando y aclarándonos algunos conceptos básicos.
            ¿Qué hay detrás de los Informes Pisa? 
Nuestros invitados, Pedro García Ballesteros, inspector, cofundador de Redes y José María Pérez Jiménez, inspector, se han encargado de contestarnos.


             “Cuando salieron (los Informes Pisa) que es una evaluación internacional de primer nivel, coge a 600.000 alumnos, 79 países, solo en España intervienen 1000 centros y unos 35.000 alumnos, se cogió con mucho interés. Desde el principio decían que no se trataba de una evaluación externa del sistema, sino que se trataba de una fotografía de niños de quince años para reflexionar y cambiar las políticas educativas sobre aquellos aspectos que el informe detectara. La experiencia ha sido que a esta altura de 18 años de Pisa, no conozco que se haya cambiado ninguna política educativa por los informes Pisa, sino que muchas de las tendencias que venimos discutiendo y denunciando sobre cómo funciona el sistema educativo en España y en Andalucía, son tendencias que se han venido confirmando e incluso subrayando cada vez más. Es decir, el sentido que tenía Pisa de hacer una evaluación para cambiar cosas del sistema, no han funcionado. Las conclusiones son tan reiteradas y cansinas porque llegan a decir siempre lo mismo” (P. García)
             “Lo que no cabe duda es que las pruebas Pisa han gozado desde el año 2000 de una gran publicidad, entre otros motivos porque están auspiciadas y potenciadas por un organismo de mucho peso, la OCDE, y por tanto los medios se hacen eco de las mismas. Por otra parte las pruebas Pisa tienen tanta repercusión en los medios porque confirman la cultura del examen que tiene un gran calado en nuestra cultura educativa de los centros educativos, que  lo que se hace son exámenes. Se hacen exámenes que dan unas calificaciones a las cuales se les quiere dar un valor absoluto. 
Los centros son seleccionados con unos análisis estadísticos bastantes pormenorizados. Las muestras se seleccionan bien, son  representativas de zonas, de diferentes tipologías de extracción social y todos cumplen que son alumnos de 15 años” (José Mª Pérez)



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