AL AIRE LIBRE
Cuando finaliza el curso, niños,
niñas y jóvenes piensan en los meses de verano, según las expectativas que les
crean sus familias. Unos piensan en el placer de dormir más tiempo por las
mañanas, otros en tardes de piscina. Algunos van a la playa, y en otras
ocasiones a visitar alguna ciudad. Todo ello a partir de la disponibilidad que
tengan las familias, porque también muchos y muchas se quedan en casa.
Una alternativa a seguir todo el verano con la familia, es
descubrir la capacidad de vivir por unos días acompañado por otras personas que
no son familiares.
Cuando los padres se plantean por primera vez, la
posibilidad de que sus hijos o hijas vivan la experiencia de asistir a un
campamento de verano, les entra una hormiguilla de preocupación en el
estómago:
- ¿Será capaz de estar solo, sin recurrir a nosotros?
- Todavía es pronto.
Pero cuando los padres por fin se deciden a mirar esta
posibilidad, a los hijos les entra esa hormiguilla de preocupación en el
estómago:
- ¿Qué pasará si estoy solo, y no puedo recurrir a mis
padres cuando me sienta mal?-
Por fin llega un verano, en el todos deciden dar el
paso.
- Este verano, si. Este verano estamos todos más seguros,
más fuertes y dominaremos a la hormiguilla cuando comience a intranquilizarnos-.
Aunque todos los campamentos van a ofrecer actividades
divertidas, y rutinas de autonomía. Es importante elegir el tipo de campamento
que le irá bien a las características de nuestra hija/o.
Si la experiencia es positiva, los habremos hechos adictos
a tener cada verano, unos días de independencia, de amistad, de sentir la
naturaleza a pleno pulmón y en la palma de las manos.
Los campamentos se convierten en experiencias inolvidables
por lo que representan en el desarrollo de la personalidad, por las amistades
que se crean, por los aprendizajes que se realizan y por los lugares donde se
llevan a cabo.
Algunos se programan para que, además, disfruten de la
música.
Esta es la idea del campamento musical que se viene
realizando en el centro Naturaleza el Remolino durante varios años, con
un éxito de concurrencia sobresaliente.
Puerta Abierta se ha trasladado al centro El Remolino,
justamente el día que terminaba la semana dedicada a la música y comprendemos
que se les haga inolvidable, porque hemos visto las lágrimas y los abrazos de
despedida entre los jóvenes y sus monitores.
Hemos podido hablar con:
- María Barrio, profesora de Flauta travesera en el
Conservatorio de Música Javier Perianes de Huelva.
- Carlos del Rey, alumno de clarinete del conservatorio de
Música "La Palmera" de Sevilla.
- Avelina Montero Forero, gerente del Centro de Naturaleza
El Remolino de Cazalla de la Sierra (Sevilla).
A
ellos les hemos escuchado entre otras cosas:
M. Barrio: “Para mí, me llena porque rellena
una frustración, porque me siento muy atrapada en el conservatorio con la
programación, las audiciones, me siento un poco encorsetada y no lleno todas
las maneras que yo tengo de sentir la música y vivirla con los alumnos. Aunque
yo intento hacer cosas en el curso, y nos vamos de excursión y hacer conciertos
divertidos, no deja de ser lo que es, y los niños están hipersaturados. Van al
conservatorio, al instituto, con la familia. Son niños fantásticos con un
montón de capacidades pero se acaban cansando porque están a mil.
Yo necesito también proporcionarles la ocasión de sentir,
que han tenido esa conexión entre sus emociones, su alegría, su corazón y la
música. Siento cuando acabo el curso en el conservatorio que en esa parte no he
llegado a fondo. Hago que mis alumnos toquen muy bien, hacemos muchas escalas,
y les gusta mucho la flauta, pero me quedo con la sensación de que no sé si han
conectado con su parte más emocional, y si realmente lo han vivido de una
manera inolvidable, porque allí todo es mucho mas escolástico. Con ésto (el
campamento), yo ya me quedo tranquila, y me siento más completa con el trabajo
que hago”.
A. Montero: “Nosotros somos un centro de educación
ambiental, pero para nosotros es también muy importante la educación en
valores, la tolerancia y el respeto. Pensamos que los niños son los
protagonistas de su propio proceso de aprendizaje. Que sea una educación no
competitiva ni autoritaria. Que esté basada en la participación, en el dialogo
y la tolerancia. Trabajamos en la autonomía personal, los hábitos de higiene y
alimenticios. Para nosotros todos los espacios son educativos, por ejemplo el
comedor y las habitaciones donde si hay un conflicto, se resuelve en pequeños
grupos. Que ellos organicen sus tareas: el orden a la hora de ducharse o la
recogida de la habitación para que cuando pase la limpiadora lo encuentre
"ordenadito". Todos estos hábitos intentamos trabajarlos bastante.
C. del Rey: “Voy al conservatorio tres veces a la semana, y
toco el clarinete. La experiencia de tocar todos juntos me ha gustado mucho.
Las actividades que más me han gustado son las de la noche porque se hacían
unos juegos nocturnos que eran muy divertidos”.
Al acabar
nuestra estancia en esa mañana de despedidas en el campamento, nos sentimos
contagiados de esas emociones que nos contaban María y Avelina, de las
emociones que producen la convivencia con otros fuera del ámbito familiar.
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