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Entre los cortijos, los olivos


El olivo es un árbol cargado de simbolismo en casi todas las culturas y su fruto unifica toda la cultura del mediterráneo. Para los hebreos significa la prosperidad,  para los cristianos simboliza la paz y su figura se encuentra en toda la literatura antigua, como árbol longevo que lleva consigo la riqueza.
La presencia del olivo en las tierras andaluzas, es una constante a lo largo de siglos. El cultivo del olivo se produce de forma extensiva, pero también en pequeñas parcelas familiares, e incluso como ejemplares únicos en los patios y corrales. Su presencia cercana nos produce sensaciones de protección, seguridad, y prosperidad.
De dónde nos llega esta relación con este árbol, de tronco áspero, de ramas desordenadas y fruto pequeño? Su cultivo milenario se encuentra en casi todos los pueblos del Mediterráneo y  se pierde en los orígenes de la prehistoria. Su nombre nos traslada al Mediterráneo y nos evoca sabores específicos de nuestras costumbres gastronómicas. El  uso de su sombra, de sus ramas, de su leña, de sus frutos,  nos llega desde muy antiguo, y es por eso que  pertenece a la memoria cultural de muchos pueblos.
Los olivares andaluces son cantados por grandes poetas y la imagen de sus campos alineados hasta el infinito, ha sido y sigue siendo captada por artistas.  Andalucía es por antonomasia una región olivarera.  
El olivo es también el árbol que con frecuencia, suele plantarse en los centros educativos como símbolo de Andalucía y de la Paz. 
Por ser nuestros campos, terrenos ricos en este cultivo y en la elaboración de los productos derivados, es  por lo que el alumnado de esta región tiene fácil su conocimiento y su estudio, si el profesorado lo valora como un verdadero recurso didáctico. 
Nuestro invitado de esta tarde lleva muchos años alentando a su alumnado a saber más sobre los olivos, a estudiar, descubrir, experimentar e investigar.  
-          Carlos Zamorano Leal. Profesor de Ciencias en el IES Al Andalus de El Arahal
Carlos Zamorano ha estado acompañado por dos Asesoras del Centro del profesorado de Sevilla:
-     Gema Moreno y Enma Moreno:  Asesoras del ámbito científico tecnológico del Cep de Sevilla.
C.Z.- “Hemos trabajado el tema del olivar en el sentido más amplio que se pueda entender. Lo que se conoce como la cultura del olivar, incluye los aspectos  agrícolas, aspectos industriales; dentro de los aspectos industriales, por una parte la aceituna de mesa, el aceite de oliva. Dentro de todo he dado clase durante 30 años en un centro rodeado de olivos y de los que muchas familias dependen económicamente del olivo directa o indirectamente, y parecía que lo lógico era intentar aprovechar este material como recurso educativo para intentar acercar  la enseñanza a la vida diaria”.

“La tercera Feria de la Ciencia coincidió con el cuatrocientos aniversario de la publicación del Quijote y entonces se nos ocurrió que podíamos trabajar los aspectos históricos del olivar también, y planteamos un stand que se llamó el Aceite en la época de Don Quijote. Había cuatro secciones. Una sección era la almazara en la que se trabajaba lo que era la extracción del aceite y la separación del aceite del alpechín. (…) y luego el proceso de extracción. En otra sección trabajábamos las prensas y las palancas, otra era la de la cocina donde preparábamos “duelos y quebrantos” y lo dábamos a degustación al personal que llegaba, (…) la última era la botica en la que estudiábamos todos los aspectos sanitarios ligados al aceite. Se ha fabricado aceite para hacer muchas pomadas y ungüentos”.  
El profesorado puede aprovechar el río que riega la vega, la sierra que protege o el castillo que corona el pueblo. Todo se puede convertir en un recurso didáctico del que exprimir datos científicos o históricos, producir investigaciones y  vivencias inolvidables. En definitiva  aprendizaje  en directo: del olivar a los centros educativos. ¡Es el poder didáctico del entorno!

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