Hace ahora quinientos
años de una gesta que transformó nuestra idea del planeta. Muchas hazañas
anteriores habían sorprendido a los reinos e imperios que
existían en aquella época. El conocimiento acerca de nuestro pequeño
mundo iba poco a poco configurándose gracias a aquellas personas que no se
conformaban con lo que ya se conocía, buscaban la respuesta a lo desconocido, o
apenas escuchado en las tabernas de los puertos.
Hoy
nos parece una barbaridad pensar que la tierra es plana. Pero en el s.XVI no se
sabía dónde acababa. Solo los aventureros buscaban ir más allá y es gracias a
ellos que en Europa ya se conocía el camino de la seda hacia China y también a
los pueblos del Norte.
Por otro lado, el furor
que causaron las primeras especias traídas desde lejanas islas fue tal, que
casi todas las Cortes con un cierto poder quisieron conseguirlas como señal de
poderío y de lujo.
Sin embargo, obtener esas
especias tenía dos grandes obstáculos: 1) Su lugar de origen estaba muy lejos
de Europa, en las llamadas “islas de las especierías”, y 2) Su transporte
estaba controlado en cada uno de los puertos donde tenían que recalar los
barcos. Todo el comercio con la India pasaba por las manos de los comerciantes
turcos y árabes que exigían aranceles y ningún navío cristiano tenía permiso
para atravesar el Mar Rojo.
España
y Portugal, se deciden a buscar otros caminos alternativos. Portugal bordeando
el continente africano para llegar a la India y España navegando
hacia el oeste, lo cual originó el gran viaje de Colón y el descubrimiento de
un nuevo continente.
Estas
iniciativas van a generar enormes navegantes y fabulosos descubrimientos de
nuevas tierras. Es un siglo donde por todas partes aparecen pueblos nuevos,
descubiertos por estos intrépidos navegantes.
Pero
faltaba algo más importante todavía, nunca hecho. En aquel vasto territorio
descubierto por Colón había que encontrar un paso para poder llegar a las islas
Molucas o de las especierías. Un bregado marinero bajo la corona de Portugal,
ahora iba a conseguir este ambicioso proyecto bajo el estandarte español.
Hoy hablamos de ese gran navegante, llamado Fernando de Magallanes.
Para ayudarnos a recordar aquel gran viaje han venido:
Ana Martínez López, Graduada en Ciencias Ambientales por la UPO y miembro
de Caminos y Ciencia.
Fernando Martín Cobos, Licenciado en Ciencias Ambientales por la
UPO, también miembro de Caminos y Ciencia.
F. M. –“Magallanes tenía tres vertientes en las que debía ser excelente
para que le aprobaran un proyecto de este tipo. Por un lado tenía que ser un
fantástico comercial, porque conseguir la financiación para un proyecto de este
tipo, no era fácil; de hecho como en el caso de Colón o el propio Magallanes,
muchos otros navegantes tienen que recorrerse varias de las Cortes de Europa
buscando financiación para sus proyectos. En el aquel momento es
mucho más riesgo. Alguien te está diciendo que va a dar la vuelta al mundo y
que va a volver. Y, ¿Quién se lo cree? Eso es una inversión de muchísimo
capital a fondo perdido, porque en el caso de fracaso es un fracaso absoluto.
Con lo cual lo primero que tenía que saber era llegar a una Corte y saber
vender ese proyecto y saber decirle cual era el posible beneficio que podían
adquirir; en este caso hablamos de la ruta de las especias que era algo muy
atractivo y muy goloso para todos los monarcas. Pero también hay que apelar al
ego, para plantear que se van a colonizar tierras, se va a expandir el imperio
y se va a ser la primera potencia mundial.
Otra
de las vertientes que tenía que tener Magallanes era ser un fantástico logista,
ya que organizar la logística para ese viaje es algo casi imposible, porque hay
un rango de incertidumbre muy amplio. Puedes saber lo que vas a tardar para
llegar hasta Centro América, pero la gran incógnita había que rellenarla
mezclando conocimientos de logística y técnicos como era tratar de calcular la
circunferencia de la Tierra para poder pensar cuánto se iba a tardar en cruzar
el océano Pacífico que jamás se había cruzado y hacía falta tener conocimientos
de física, matemáticas…
A.M. –“Era un gran
negociador, no sólo para venderlo (el proyecto) a las Cortes sino para llegar a
una isla y poder comunicarse con personas que no hablaban el mismo lenguaje y
decirles “yo vengo aquí en son de paz, (o no) pero necesito
continuar”. Tendrían que hacer cambios con esas personas desconocidas para
ver cómo podían seguir un camino también desconocido porque ni
siquiera sabían cuánto les quedaba de viaje. Era muy complicado esa parte de: “me
enfrento a un mundo nuevo, me enfrento a un reto nuevo, pero cuando salga de
esta isla remota, ni siquiera se adonde tengo que ir, cuando voy a
llegar ni qué necesito para llegar”.
Utilizaban
las brújulas, los astrolabios, la orientación a través de las estrellas, o a
través de las dinámicas de los vientos; era más una técnica de observación, de
recogida de apuntes y notas y ver cómo iba cambiando todo esto conforme
navegaban”
Conocer la historia, educa. Seamos educados
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