Prácticamente
a nadie le cabe la menor duda de lo útiles que son los móviles, aunque se den
casos muy extraños de personas que no lo necesiten o no lo quieran usar. Todos
y todas hemos acabado por tener una cierta dependencia de él. Hasta los
teléfonos fijos de las casas han acabado por ser relegados a un segundo plano.
Apenas si suenan y cuando lo hacen nos extrañamos. Hemos pasado de tener un
teléfono para la familia a tener uno cada miembro de la familia. Éste es más
personal, es privado y más íntimo.
Pero
desde los sencillos móviles a los Smartphone hay mucho trecho. Los Smartphone
son mucho más que un simple teléfono para llamar o recibir llamadas, son ordenadores
con una capacidad tecnológica casi ilimitada.
La
popularidad de los móviles ha hecho que formen parte de las cosas
indispensables que debemos de llevar con nosotros aunque sea a los aseos.
La
juventud lo ha asociado tanto a su
persona que forma parte de ella como parte de su atuendo, parte de su propio
cuerpo. Siempre en la mano.
¿Es
porque se pasan todo el día llamando a sus amistades? Uno de los grandes
cambios en el uso de estos teléfonos para la juventud es que han dejado también
de servir para hacer llamadas, su utilización se produce por el uso se las
redes sociales. El envío de mensajes, de imágenes, o de videos, el acceso a
internet, todo se produce de forma casi instantánea.
Una
semana mas abrimos la puerta de este programa para aprender : Qué se puede
hacer para educarnos con respecto a los móviles.
Nuestra
invitada es Elisa Macías Navarro, periodista, escritora. Experta en
Comunicación Positiva es autora de la trilogía Educación Positiva, Escuela
Mágica y Estrella Mágica, La magia del lenguaje, Mis superpoderes de madre y su
última publicación Arma Invisible nos invita a reflexionar sobre el uso de los
móviles.
“Por
lo que llevamos analizado podríamos resumir con una metáfora que para mí es muy
bella y al mismo tiempo muy dura; si recordamos a Marie Curie su descubrimiento
del radio, como elemento químico, con Pierre su marido, la lleva a colocar
bolitas de radio en los dormitorios de sus hijas y de ellos mismos. Cuando esta
mujer toca estas bolitas desconoce sus efectos radioactivos. Ponemos esta
metáfora porque todavía no somos conscientes de los efectos del móvil y de
cualquier dispositivo y de esas pantallas que han entrado en nuestras vidas con
tanta facilidad y que desconocemos los adultos y mucho menos los menores los
efectos que tienen; a veces los adultos creemos conocer cómo utilizarlos bien pero
no estamos siendo conscientes como le pasaba a Marie Curie de lo que tenía en
las manos.
Los
móviles son herramientas que bien usadas no son malas ni buenas, son neutras.
Nosotros no estamos en contra de móviles o de pantallas pero sí contra el uso
abusivo y el mal uso que se le está dando en la educación y en la familia.
Hemos
recogido en Arma invisible, tanto en el libro como en el programa educativo que
tenemos, en los dos años que llevamos investigando, desgraciadamente,
patologías en todos los ámbitos; hemos hablado con neurólogos, oftalmólogos, fisioterapeutas,
pediatras, psiquiatras, psicólogos, endocrinos… y todas las disciplinas de la
salud están afectadas por el mal uso de las pantallas. Ya no es solo lo
evidente, el encorvarnos cuando miramos una pantalla, sino también ansiedad y
estrés por ese continuo discurrir sobre todo en redes sociales donde no hay un
descanso para la vista y eso va generando trastorno de todo tipo y los más
graves están relacionados con el aumento del suicidio y de las autolesiones en
la adolescencia.
Si
nosotros queremos utilizar Arma Invisible como algo positivo, sugerimos, como
aparece en la portada: Apaga la pantalla,
gana la batalla, enciende el corazón. Este lema que llevamos a los centros
educativos y en el que insistimos, es
para repetirlo al menos cinco minutos, tres veces al día.
Estamos
muy contentos de los talleres que hacemos en los centros porque no os podéis
imaginar cómo responde la gente joven, porque no les estás contando una
milonga, no les estás dando la chapa, estás realmente conversando en su idioma
y en como ellos se sienten porque hay que darse cuenta que ellos son las víctimas”. (E. Navarro)
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