La
mayoría de las personas que trabajan suelen empezar el día con una sensación de
stress, de prisas, probablemente por la visualización de todas las tareas que
hay que llevar a cabo y cumplir con todas ellas. Bien sean reuniones, llamadas,
llevar niños al colegio, realizar proyectos o dar clases, todas estas visualizaciones
previas nos hacen salir de casa sin apenas hacer la primera comida del día.
Después, cuando vamos entrando en la dinámica diaria, si no se presenta ningún
problema, nos vamos tranquilizando y normalizando los tiempos y seguramente
encontraremos el momento de tomar ese descanso del desayuno.
Por
otro lado, empezar el día con tiempo por delante para desayunar es una de las
sensaciones que nos hace mirar las tareas que tenemos por delante con más
tranquilidad y organización, aunque esta situación no sea muy frecuente en los
hogares con niños y niñas escolarizados.
El
desayuno con tiempo se puede convertir en un momento para proyección del día
por delante o por el contrario el momento de más tensión si nos retrasamos un
poco en comer algo.
Estas
situaciones familiares nos lleva a tener que pensar en algo de comida que a
media mañana pueda darle un pequeño respiro a los niños y niñas en su horario
escolar. De esta manera el desayuno ha llegado a convertirse también en una
actividad educable, esto es, la alimentación como un recurso educativo para
conseguir que sea lo más saludable posible.
En
estos tiempos que nos han correspondido vivir, la educación para una
alimentación saludable se ha hecho necesaria. No es solo cuestión de pobreza,
que lo puede ser, sino de conocer qué tipo de alimentos y actividades nos
favorecen para tener un organismo sano. Estos objetivos pertenecen a toda la
sociedad pero tenemos que empezar por los pequeños y continuar con los jóvenes
si queremos conseguir llegar a una sociedad adulta preparada.
Esta
tarde, Abrimos Puertas a los desayunos escolares.
Nuestro invitado, José Ramón de la Rosa,
profesor de Pedagogía Terapéutica del CEIP
Oromana, nos ha hablado de este tema.
J.
R. de la Rosa: “Nosotros empezamos con este proyecto ya hace cuatro cursos
aproximadamente, y surge a raíz de distintos trabajos que se llevaron a cabo en
el centro en distintas líneas de actuación que se iban marcando desde el equipo
directivo hacia un estilo emocional y de hábitos de vida saludable realistas y
haciendo conscientes del tiempo para desayunar, para estar tranquilo, para
disfrutar del placer de la comida, que no solamente esa corriente en la que nos
lleva la vida tan exageradamente rápida y que nosotros los adultos se lo trasladamos
a los más pequeños, bien porque la conciliación de la vida laboral y familiar es cada vez más compleja y
más difícil y hay niños como nos ha pasado alguna vez a los padres o madres que
hemos dejado a los niños muy temprano y a veces se cae en el error de dar mucha
bollería industrial, mucho dulce, muchos batidos, y lo que hacemos el algo contraproducente
y va generando hábitos de estilo de vida poco saludable. En encuestas que se
han hecho en Andalucía en el Informe Anual del 2021 se ve en el Plan Integral
de Obesidad Infantil que los datos son: por cada diez niños o niñas hay tres
que tienen un exceso de peso. Así desde edad temprana tenemos a niños que “están
rechonchos”.
En
el centro hablamos de llevar esa línea de trabajo para hacer conscientes a las
familias y al alumnado de la necesidad de comer de forma saludable; Integramos
este proyecto y el Huerto escolar, el Reciclaje el Erasmus + e intentamos que
todos los planes que tenemos en el centro estén en esa línea emocional, hábitos
saludables, ecología o diversidad”.
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