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Masculinidad no sexista

 

Desde que somos pequeños la sociedad va enseñando a los niños y a las niñas, cuáles son sus roles, sus atributos, sus puntos fuertes, a fuerza de comentarios cotidianos  e imágenes modelo donde se reflejan los prototipos de masculinidad y de feminidad.

En la mayoría de las ocasiones ocurre que estamos siguiendo tradiciones orales seculares, sin que nos hayamos puesto a pensar en si estos criterios tienen fundamentos científicos o podrían ser analizados desde otros planteamientos.

Desde los últimos años del siglo anterior, cuando se empezó a considerar que había que plantear una Educación para la Igualdad de género en los centros educativos, se empezaron a visualizar los prototipos utilizados para definir a mujeres y hombres en la mayoría de las sociedades. Las chicas y las mujeres empezamos a entender que se podían cambiar esos estereotipos sobre lo femenino y llegó el empoderamiento de la mujer.

Pero los conceptos que rodean a la masculinidad no han cambiado tanto. Muchos hombres entienden que la mujer tiene que ser igual que el hombre, que puede estudiar o trabajar, pero sin tocar aquellos conceptos que definen a lo que significa ser hombre y que también tienen un origen tradicional en el que el poder lo va a tener siempre lo masculino. Es este punto diferenciativo, el que se trata de resolver con una formación en la que también se considere al papel del hombre en la consecución de una sociedad más abierta, justa e igualitaria.

Nuestro invitado: Juan Blanco López, es profesor Doctor del Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales. Director Académico del Experto en Sexología aplicada a la Intervención Social y Educativa en la Universidad Pablo de Olavide.

Miembro del Grupo de Investigación GISAP (Investigación y Acción Participativa) Participante de la RED LIESS (Laboratorio Iberoamericano de Estudios Socio-Histórico de las sexualidades)

“Cuando hablamos de género hablamos a partir de una visión e interpretación cultural de los diferentes cuerpos, les damos a esos cuerpos unas características: el hombre es fuerte, la mujer es débil, el hombre está en la calle, la mujer está en lo privado, y no entendemos que esas formas de entender masculinidad y feminidad  no son más que elementos culturales que hemos incorporado, incluso como nos movemos, como andamos. Repensarnos eso es lo que hoy por hoy es imprescindible que hagamos en esta situación y empecemos a cuestionar modelos de masculinidad y feminidad que probablemente generan más insatisfacciones que satisfacciones.

La masculinidad no es tener un cuerpo X sino demostrar  una serie de cosas, como que eres valiente, que no eres sensible, que puedes con todo y no necesitas ayuda, es un modelo que promete estar en la cúspide social pero en las acciones lo hace cometer un montón de actitudes y de pérdidas. Somos menos capaces de tejer redes de apoyo, menos capaces de pedir ayuda, y esto podría explicar alguna de las causas, no todas, de por qué en las calles hay más hombres sin hogar que mujeres.

Tenemos que hacer un cambio social, porque cuando hablamos de igualdad de género los hombres no se sienten interpelados pero también tienen un género y también es bueno que trabajemos con ellos, porque estas relaciones de género nos han constituidos a unos y a otras.

No terminamos de ver que hay elementos sociales y culturales que nos han identificado y además la masculinidad nos promete estar en la cúspide social, ser los más admirados, con lo cual rayar esos modelos y empezar a cuestionar y ver los problemas que trae ese ejercicio de esas masculinidades es un elemento imprescindible. Es imprescindible que cambiemos en nuestras cabezas “hombres y mujeres” porque muchas veces los modelos de masculinidad que terminan siendo más valorados son aquellos que más cumplen el modelo oficial: en un instituto no liga más el más guay, el más comprensivo sino el que va sin casco, el malote por lo tanto tenemos que trabajar sobre esos modelos. En muchos casos, los privilegios que tenemos los tenemos tan incorporados a nuestro, a nuestra actitud, que no lo vemos. Ese paso atrás, ese renunciar es un paso que tenemos que hacer los hombres y después tenemos que trabajar cómo desaprendemos toda una serie de comportamientos que son las que luego te encuentras en lo concreto. No puede ser que vivamos en una sociedad en la que aparentemente somos iguales pero en la práctica no somos iguales” (J. Blanco).


1 comentario:

Juan Blanco López dijo...

Un placer compartir con tus oyentes la necesidad de repensar la masculinidad. Reivindicar que la igualdad de género no solo es un derecho ineludible de las mujeres sino que también supone para los hombres abrirnos a nuevas formas de ser hombre, menos peligrosas, mas liberadoras y que nos hará, estoy seguro, mas felices en un mundo mas justo y solidario.